Honestamente despreciable. Como ateo, esperaba encontrar algún punto de vista original, alguna noción de cómo puede darse cierta respuesta a las preguntas que la religión quiere responder, fuera de ella. En su lugar, encontré un inventario de obviedades escrito con un nivel de superioridad y desprecio hacia todo creyente. Nauseabundo.
La escritura de Onfray deja muchísimo que desear. Listas y listas de ejemplos repetidos una y otra vez. Confunde enumeración con poesía. Y eso sin mencionar su ¿marco teórico? Supuestamente sostenido en Foucault y Deleuze, no hace el más mínimo esfuerzo por explicar cómo se mantiene su idea del individualismo en ese contexto conceptual. En un momento dice que "lo colectivo requiere el sacrificio de lo individual", frase absolutamente opuesta a las nociones básicas de esos autores. Me dejó sin palabras el comentario sobre que el Islam divide al mundo en amigos y enemigos "como Carl Schmidt (sic)". Puedo perdonar el error en el apellido asumiendo que fue una falla de la traducción, pero no que un filósofo tenga un conocimiento tan pobre de uno de los principales filósofos políticos modernos.
En las páginas finales, el libro se revela como lo que verdaderamente es: un tratado de islamofobia, escrito para escandalizar pero sin cuestionar verdaderamente ninguno de los fundamentos del programa de Le Pen o el gaullismo que el autor dice rechazar.