La Rebelión de los Angeles es una crítica mordaz a la cultura francesa de su tiempo y a la religión cristiana.

La historia se sitúa en la Francia de principios del siglo XX a la que el autor describe como una plutocracia decadente donde el dinero lo compra todo, repleta de revolucionarios exiliados, anarquistas, nihilistas y librepensadores.

En este contexto, Arcadio, el ángel guardián de un joven de la nobleza, descubre leyendo en la famosa biblioteca de la familia que el Dios Judeocristiano no es el creador del universo si no un Tirano impostor, vanidoso e ignorante que no es más que un Demiurgo como el descrito en el Timeo de Platón que llena al mundo de sufrimiento para satisfacer sus propios deseos.
Impulsado por este descubrimiento, Arcadio abandona a su protegido con la determinación de organizar una revolución para derrocar al Tirano del trono de los cielos.

El autor emplea las tres diferentes jerarquías de ángeles como metáfora de las distintas clases sociales y se decide a sublevar a la mas baja declarando que “viven descontentos e interesados en las ideas del siglo, mientras que es sabido el egoísmo, la ruindad y la cobardía de la clase media y en cuanto a los aristócratas, ministros y generales de la clase alta, se abstendrán hasta que perciban que los revolucionarios son los más fuertes”.

A lo largo de la obra se denuncia una y otra vez religión como “una fábula ingeniosa para turbar las inteligencias miserables de las muchedumbres” que no es más que “la consagración de los principios antiguos y la codificación de los prejuicios humanos” que debe ser reemplazada por una filosofía epicúrea basada en la paz la razón y el conocimiento.

Es posible observar en la obra una visión temprana de lo que luego sería el posmodernismo y el relativismo moral, así como también las corrientes que afirman que no existe la libre voluntad.

Una novela corta, divertida e irreverente que logra tanto entretener como hacer reflexionar al lector.