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A review by agonzmedina82
Abril quebrado by Ismail Kadare
5.0
Es el segundo libro que leo de Kadaré, después de "El nicho de la vergüenza", y me ha gustado más que el primero. Mientras que en "El nicho de la vergüenza" asistimos a una crítica despiada y mordaz, no exenta de cierto humor negro, de los colonialismos centroeuropeos y de los aparatos represores del Estado, el proyecto de "Abril quebrado" es mucho más ambicioso: una descripción demoledora de la naturaleza misma del poder, bajo la forma de las leyes no escritas. La noción de "poder", con las particularidades históricas y demográficas de una Albania moderna, se asemeja bastante a la que analizó Foucault como la propiedad emergente de un sistema de relaciones. La idea clásica del poder detentado por unas minorías no asoma en las páginas de este libro; es más, ni siquiera los grandes exégetas del Kanun, con Binak Alia a la cabeza, escapan a las normas de las que persiguen cumplimiento, viéndose abocados a una vida ambulante.
Kadaré sigue fiel a un estilo equilibrado, sobrio la mayor parte del tiempo, pero emotivo y poético en algunos pasajes de gran profundidad psicológica, sobre todo a partir de la mitad del libro y en las escenas en las que se narran las desventuras del joven matrimonio Vorpsi. Como sucede con la geografía del Rrafsh, la novela está llena de momentos de estasis y vacío, de soledad con o sin compañía. En esos instantes, el buen hacer de Kadaré se manifiesta y convierte en un pasaje lleno de vida interior lo que en manos menos experimentadas sería una escena tediosa.
Hay que leer Kadaré. Y releerlo. Y volver a releerlo...
Kadaré sigue fiel a un estilo equilibrado, sobrio la mayor parte del tiempo, pero emotivo y poético en algunos pasajes de gran profundidad psicológica, sobre todo a partir de la mitad del libro y en las escenas en las que se narran las desventuras del joven matrimonio Vorpsi. Como sucede con la geografía del Rrafsh, la novela está llena de momentos de estasis y vacío, de soledad con o sin compañía. En esos instantes, el buen hacer de Kadaré se manifiesta y convierte en un pasaje lleno de vida interior lo que en manos menos experimentadas sería una escena tediosa.
Hay que leer Kadaré. Y releerlo. Y volver a releerlo...